30 Sep
30Sep

El cultivo de cannabis o marihuana para uso recreativo o medicinal es una práctica extendida en muchas partes del mundo, tanto para su comercialización o contrabando como para diversas formas de autoconsumo.

Las fases de proceso del cultivo de marihuana van desde la preparación de un ambiente para las plantas hasta su posterior secado y curado para la degustación, pasando por todas las etapas de crecimiento y floración.

El proceso de cultivo es el siguiente:

La germinación: Antes de poder ser germinada, la semilla se queda en un estado de reposo para esperar al año siguiente. Una vez pasado este tiempo de letargo y siempre que se encuentre en las condiciones adecuadas de temperatura, humedad y luminosidad podrá germinar. La semilla germinará entre dos y siete días si se encuentra en unas condiciones de entre 21 °C y 32 °C de temperatura, en ausencia de luz y con suficiente humedad. La semilla absorbe el agua y el oxígeno que tiene alrededor para que las células del embrión comiencen a agrandarse. Entonces la cubierta de la semilla empieza a abrirse y la radícula (que posteriormente se convertirá en raíz) emerge primero.

A continuación, las hojas de la semilla o también cotiledones crecerán con el tallo principal buscando la luz . Al poco tiempo la planta se desprenderá de la semilla adosada a los cotiledones y estos se desplegarán por encima de la superficie. En este momento la planta comenzará a realizar la fotosíntesis y habrá pasado al estado de plántula.

Fase de plántula:  La semilla se convierte en plantón cuando al cabo de unos días, además de los cotiledones le han aparecido las primeras hojas verdaderas. Este estado de crecimiento dura entre tres y cinco semanas y durante el mismo, las raíces crecen y se extienden por la tierra absorbiendo nutrientes y agua, mientras que el crecimiento sobre el nivel del suelo es lento. En este punto de crecimiento, el calor y el agua son de vital importancia. El nuevo y frágil sistema de raíces es muy pequeño y requiere de un suministro también escaso pero constante de agua y calor. Demasiada agua anegará las raíces, lo que hará que se pudran y aparezca la alternaria. Por el contrario, la carencia de agua hará que el incipiente sistema de raíces se seque. Las plántulas requieren al menos dieciocho horas de luz de baja intensidad.

El estado de plántula finaliza cuando se inicia el rápido crecimiento del follaje. Este desarrollo rápido por encima del nivel del suelo es el principio de crecimiento vegetativo. Las plantas necesitan más espacio para crecer y suelen trasplantarse a un contenedor de mayores dimensiones.


Fase de crecimiento vegetativo: Una vez que se ha creado un sistema de raíces fuerte, el crecimiento del follaje aumenta con rapidez, las plántulas entran en el estado de crecimiento vegetativo. Cuando la producción de clorofila va a toda velocidad, una planta producirá tanto follaje verde como permitan la luz, el dióxido de carbono, los nutrientes y el agua. 

Con cuidados adecuados, la marihuana puede crecer entre tres y seis centímetros al día. Una planta a la que se impide el desarrollo puede tardar semanas en iniciar su crecimiento normal. Un sistema de raíces fuerte y sin limitaciones es fundamental para proporcionar el agua y los nutrientes a la planta. Un crecimiento vegetativo sin impedimentos es la clave para una buena cosecha. 

Durante este crecimiento, el consumo de agua y nutrientes de la planta cambia. La transpiración se produce a un ritmo más elevado, por lo que se precisa más agua. Se precisan niveles altos de nitrógeno; el consumo de potasio, fósforo, calcio, magnesio, azufre y oligoelementos crece a un ritmo más rápido. Cuanto más grande es la planta y mayor es su sistema de raíces, más se seca la tierra. Las ramas laterales fuertes, que después alojarán los cogollos de las flores, se desarrollan.


Cultivos de exterior e interior: 

Cultivos de exterior: El cultivo en exterior se inicia en la estación en la que se dan las condiciones de fotoperíodo y temperaturas favorables al desarrollo de la planta, que necesita temperaturas altas para desarrollarse y detiene su desarrollo en cuanto las horas de luz empiezan a disminuir. En climas con inviernos largos se suele acelerar el crecimiento utilizando semilleros, llevando las plantas al exterior cuando ya ha pasado el riesgo de temperaturas frías que las perjudicarían o detendrían su desarrollo.

Cultivos de interior: La gran diferencia con los cultivos de exterior, es que en interior se tienen las plantas en un entorno controlado, tal y como se tratase de un laboratorio. Por eso, son muchos los factores que hay que controlar para obtener un desarrollo óptimo de la planta. La gran ventaja que tiene este método, es que como la planta tiene unas condiciones controladas durante su desarrollo, se pueden obtener cosechas más abundantes en menor tiempo. Estos cultivos requieren de un gasto energético mucho mayor frente a los cultivos de exterior porque se les suministra de manera artificial los principales elementos necesarios para el desarrollo de las plantas: la luz, el agua, los nutrientes y el aire.



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