17 Oct
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El tabaco es un producto agrícola procesado a partir de las hojas de Nicotiana tabacum. Se utiliza desde hace milenios y tiene su origen en el continente americano, desde donde se extendió a Europa en el siglo XVI y, posteriormente, al resto del mundo.

El proceso de cultivo comienza en septiembre, con la preparación del terreno y sigue poco después, en octubre, con la siembra de los planteles de tabaco, unas pequeñas plantas de unos 18 cm. de altura. Tras tres meses de continuo crecimiento, la planta llega hasta 1,70 o 1,80 metros como máximo, entonces se poda la yema superior de cada planta para limitar su crecida y fortalecerla.

Las fases de proceso del cultivo son las siguientes:

Preparación del suelo: Las raíces de las plantas de tabaco son muy delicadas, por tanto la selección y preparación del suelo para este tipo de cultivo debe ser muy esmerada ya que se deben crear las condiciones idóneas para que se pro

Preparación de los terrenos condiciones idóneas para que se produzcan mejores condiciones microbiológicas, lograr una buena movilización de los elementos nutritivos y la perfecta acumulación y conservación de la humedad del suelo. Como se requiere suelos sueltos, no se debe plantar en terrenos con pendientes pronunciadas para evitar el arrastre de tierra o semillas.



Siembra y desarrollo de la planta(de tabaco): El diminuto tamaño de la semilla de la planta del tabaco y por tanto la imposibilidad de enterrar las mismas implica que deba plantarse antes en semilleros. Las minúsculas semillas se plantan en septiembre y se cubren con tela o paja para protegerlas de los rayos del sol; a los 5 u 8 días comienza la germinación del tabaco; a los 10 o 12 días de nacida en el semillero, se inicia la aplicación de insecticidas y de fungicidas. Después de 35 días, hacia la segunda quincena de octubre, las plantas de tabaco alcanzan ya unos 15 a 20 cm de alto y se denominan posturas, entonces se procede a su trasplante a las vegas definitivas.

Una vez plantada en la vega, cada planta se trabaja regularmente mediante azada, control de las plagas y sobre todo para eliminar sus yemas terminales y axilares para estimular el crecimiento de las hojas, lo que provoca la aparición de hijos o yemas que serán separadas también; a este proceso se le denomina desbotone del tabaco. Esta fase puede durar unos 45 o 50 días, que el periodo necesario para alcanzar la completa madurez de la planta y poder recolectarla.



Recolección: Quizás sea el trabajo mas duro, pues las hojas hay que recogerlas una a una y a mano, y como máximo dos o tres a la vez. Cada planta de corojo tiene 8 o 9 pares de hojas; las hojas están situadas en niveles distintos, recogiéndose por cada nivel de forma independiente cuando están maduras, a intervalos de 6 ó 7 días: el ciclo completo de recolección de una planta dura unos 40 días.

Las hojas de corojo y de criollo, son llevadas a las casas del tabaco para su desecación natural previa a la la fase de fermentación. Las casas se orientan según los puntos cardinales, de este a oeste, a fin de que el sol solo caliente el frente y la trasera al amanecer y al atardecer; la casa del tabaco está cerrada mientras dura la curación de las hojas.



Secado: En las casas del tabaco, los trabajadores deben vigilar la humedad, la temperatura y las lluvias; según varíen estos factores, abren y cierran sus puertas. Uno de los primeras actuaciones que deben realizar es el ensarte; las ensartadoras, con grandes agujas, unen por pares las hojas y las colocan en palos de madera de unos 4 o 5 metros de largo, llamados cujes; estos cujes se suben a unos maderos horizontales llamados barrederas donde se apoyan sus extremos; en cada jornada, se completan unos 100 cujes, por lo general.

El tabaco se cura o seca al aire, durante unos 50 días; este proceso, largo y natural, se supervisa de forma constante asegurando temperatura y humedad controladas; las hojas ensartadas, se sitúan cerca del suelo y, cuando se van secando, se suben a la parte superior de la casa del tabaco. Primero las hojas se marchitan y van adquiriendo un color amarillo oscuro y luego, gracias al proceso de oxidación y pérdida de la clorofila, toman el color dorado-rojizo que indica que están listas para la primera fermentación del tabaco. Tras el proceso de secado se procede al zafado o amarre del tabaco.



Fermentación: El proceso de fermentación se realiza en diferentes momentos y con distintos procedimientos tecnológicos, según el comportamiento de las sustancias químicas presentes en las hojas.

Una vez que disponemos de la hoja secada, se procede al  amarre del tabaco; de esta fase depende, en gran parte, la calidad del futuro Habano. Las hojas ensartadas en los cujes (1000 a 1500 por unidad) se bajan. Para el corojo la bajada se realiza por la mañana, cuando no hace mucho calor pues en caso contrario, al manipularlas, la hoja de tabaco puede quebrarse si está demasiado seca; finalmente, el zafador corta el hilo para liberar las hojas.

Una vez secadas, las hojas de tabaco de cada cuje se amarran en mazos llamados gavillas (30 a 50 hojas) y se llevan a las casas de fermentación o curación; las gavillas se colocan en pilones de 0,5 metros de alto. La primera fermentación comienza con la propia humedad presente en las hojas y puede durar hasta 30 días. Este proceso reduce las resinas en las hojas de tabaco, que toman un color más uniforme, antes de pasar a las labores de escogida. Los pilones se supervisan constantemente para comprobar que mantienen la temperatura adecuada; si la temperatura del tabaco supera los 35º, se deshace el pilón y se sacuden y orean las hojas antes de apilonarlas de nuevo.



Escogida o selección:

  1. Se preseleccionan los manojos de tabaco en rama situados en unos atados llamados matules, con arreglo a un mismo corte.
  2. Se procede al zafado del tabaco, consistente en sacudir las hojas para despegarlas.
  3. Se moja para facilitar su manipulación.
  4. Se seleccionan las hojas de las distintas clases de capa para luego pasar al rezagado donde las capas se clasifican según el tipo de tabaco, considerando su textura, tamaño y grado de defecto.
  5. Se agrupan las hojas de tabaco por clases, es la fase de picadero.
  6. Se amarran las hojas, agrupadas por clases, en gavillas o manojos de 40 o 50 con una cinta por su cabeza, es la fase de engavillado.
  7. Las hojas engavilladas se meten en una cesta y pasan al manojeador, que toma dos gavillas en cada una de sus manos y las ata por la cabeza, dándoles vueltas con una cinta. Tras esto, endereza las hojas, las plancha y pasa otra cinta hasta llegar al tope del manojo, donde remata con un nudo.
  8. Segunda fermentación: Se colocan las oscuras hojas de tabaco en burros de madera, donde permanecen de 1 a 3 meses según la clase de tabaco; se realizan sistemáticas mediciones térmicas y conocer qué temperatura requiere cada clase para una buena fermentación.
  9. Se preparan los embalajes o tercios, formados con manojos de tabaco, cerrados en yaguas; esta fase se denomina enterciado.
  10. Abiertos los tercios, se sacan las gavillas y despegan las hojas que han perdido humedad y están frágiles; es por esta razón por lo que hay que proceder a la moja donde el mojador mete las gavillas en un estanque de agua y las rocía con un atomizador, tras lo cual el sacudidor las sacude con cuidado.
  11. Tras la moja, las gavillas pasan al cuarto de orear, donde se cuelgan durante cinco horas.
  12. Luego, del oreado, la hojas de capa van al despalillo y, finalizado éste, al rezagado; en los talleres de despalillo se seleccionan las hojas por su tamaño (las rotas van para tripa) y se ponen una sobre otra punta con punta. El despalillo es quitarle la mitad de la vena central a las hojas destinadas a tripa, un cuarto a las destinadas a capote y toda a las elegidas para capa, formando dos bandas. Para el corte se utiliza una pieza de metal en forma de uña, después la vena se jala para no romper la hoja.
  13. Las hojas de tabaco se colocan en una tabla y se planchan con una prensa; en grupos de 25 medias hojas pasan a la galera para su torcido.
  14. La hoja para tripa, una vez despalillada, se coloca en tendales o parrillas, que son una especie de bastidores hechos con varillas de madera distanciadas unos 4 o 5 cm. que se viraban cada cierto tiempo para que la hoja perdiera cierta humedad; posteriormente se embarrilaba en grandes barriles de madera bien tapados para dar a la hoja empalme, que significa que la hoja en el barril pierde la melaza natural, quedando mejor curada para su elaboración por el torcedor. Se consigue mejorar la combustión evitando que se apagase con frecuencia sin que el cigarro pierda su aroma.


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